martes, 1 de marzo de 2022

¡¡ NUNCA LA GUERRA !!

Ante los acontecimientos de la guerra abierta en Ucrania, iniciada por el ejército ruso por orden de Vladimir Putin, pacifistas y antimilitaristas desde la perspectiva de la Noviolencia, como ciudadanos y ciudadanas queremos pronunciarnos en los siguientes términos.

Nunca la guerra. La guerra es la mayor de las atrocidades de la especie humana: destrucción y muerte, heridos y secuelas físicas y psicológicas, contracción de la economía, desabastecimiento de productos básicos, hambre, violaciones como instrumento de guerra, abusos por parte de los ejércitos dominadores, restricciones de la libertades individuales y colectivas, desplazamientos forzados, huida de las poblaciones para refugiarse a otras zonas sin guerra y a otros países, ejecuciones arbitrarias, leyes marciales en manos de tribunales militares, reclutamientos forzosos para los ejércitos, contaminación del medio ambiente y de las personas por el propio armamento, campos que quedan minados...
Las consecuencias de las guerras son devastadoras para las personas, para el medio ambiente, para las libertades, para la organización de la sociedades, para la vida diaria y la economía.

Nunca la guerra. En esta ocasión una guerra ofensiva hacia un estado para controlar su territorio y posiblemente instaurar un poder cercano a Moscú y a las ansias imperialistas de Putin. Pero también se ha visto una escalada armamentista de la OTAN en los países fronterizos que no ha hecho más que avivar el fuego y generar más tensión a la situación.

La disuasión, largamente estudiada y puesta en práctica por el militarismo clásico, arma de la geopolítica mundial, tampoco ha servido en este caso; la movilización de tropas y armamento en las fronteras de países pertenecientes a la OTAN tampoco ha dado resultado. No obstante, una guerra abierta con Rusia en estos momentos podría tener unas consecuencias incalculables no solo para la población sino para todo el planeta; existe el peligro que en estos días se haga uso de armas nucleares.

Nunca la guerra. El militarismo sigue siendo un lastre en el presente y para la vida futura. Una carga que debemos eliminar progresivamente. La celebración anual de una campaña mundial de denuncia del gasto militar (GDAMS) así lo evidencia: billones de dólares que se invierten en economía de guerra, que se detraen de otros presupuestos para necesidades como la salud, la educación o los servicios sociales, que se han evidenciado como esenciales durante la pandemia y que permiten reducir los riesgos de violencia social y de guerras.

Nunca la guerra. Una cultura de guerra y de violencia que usa recursos materiales y humanos , técnicos y científicos, al servicio del “ardor guerrero”, de la victoria aplastante del enemigo, del orden y la disciplina por encima de la libertad, de la confrontación armada en vez de la cooperación. Mientras la UE y la OTAN hablan de seguir aumentando el gasto militar, la reducción de las inversiones en armamento y en comercio de armas, en favor de proyectos de cooperación al desarrollo y autogestión de los territorios, se han convertido en NECESIDAD PRIORITARIA.

Nunca la guerra. Nos solidarizamos con la población civil de la Ucrania invadida y comprendemos sus iniciativas de resistencia. Desde la perspectiva de la noviolencia, es necesario resistir, pero no reclutando para empuñar armas. En muchos momentos de la historia, personas, colectivos y pueblos enteros han respondido a la violencia con otro tipo de arsenal, como la no colaboración, la desobediencia civil, el boicot o la huelga… Fuerzas de paz bien organizadas pueden repeler las imposiciones de un gobierno no elegido. Ese fue el modelo de Gandhi. Gonzalo Arias, activista, ensayista y noviolento ya lo propuso tras el golpe de estado del 23F de 1981 en su libro “El Antigolpe”, que inspiró a Gene Sharp.

Nunca la guerra. Hacemos un llamamiento a no participar en ningún ejercito , mediante la objeción de conciencia, la deserción, la renuncia a empuñar armas; ninguna bandera, ninguna frontera está por encima de la vida de cualquier persona. Renunciemos al derecho a matar. Apoyemos a los objetores de conciencia y a los desertores, sean de la nación o del ejército que sean; hacemos un llamamiento a todos los países e instituciones para que sean acogidos. Incluso en la Alemania nazi se reconocieron unos 30.000 desertores.

Nunca la guerra. También abogamos por la salida de España de la OTAN y por no seguir las políticas belicistas norteamericanas. Es necesaria la desaparición de estructuras militares como la OTAN, que no tiene legitimidad para actuar por su cuenta, contraviniendo las leyes internacionales. También es necesaria una reestructuración de la ONU, pues con su organización actual con el derecho de veto de las grandes potencias se ve atada de manos para actuar en estas y otras circunstancias, como estamos comprobando.

Y por supuesto, defendemos que ninguna de las bases militares ubicadas en nuestra tierra nos dan seguridad: más bien al contrario, nos hacen protagonistas de la escalada de disuasión, cómplices de las guerras y objetivo de agresiones de los enemigos que, recordemos, nunca son los pueblos. Ojalá consiguiéramos que la nuestra fuera una tierra sin bases militares, tierra de Paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario