CORAZÓN PARTÍO. Juan José Ruiz Travieso
Sí, como el Sanz, yo también
tengo mi corazón partío. En varios pedazos.
Me parte el corazón que a los
sindicalistas del SAT se les acuse de “robo con violencia” por llevar a cabo
una acción simbólica que reivindica derecho al trabajo, reforma agraria o renta
básica para las familias más necesitadas.
Me parte el corazón el doble rasero de los hipócritas. No causa
alarma social que miles de familias pierdan su vivienda y se vean en la calle,
pero sí es alarmante que unos cuantos “Robin Hood” expropien algunos alimentos
de supermercados reiteradamente denunciados por varios sindicatos. También causa alarma que los necesitados
saquen comida de la basura, y se cierra los contenedores de basura con candados.
Pero hay que decir otras verdades,
porque uno no pertenece a la secta de los maniqueos y sí es un poco libertario.
Me rompe el corazón que los
medios de comunicación repitan hasta la saciedad la imagen de una trabajadora
de un supermercado sufriendo un ataque de nervios, qué forma de filtrar la
noticia, ni Goebbels en sus mejores tiempos.
¿Y no rompe el corazón que
Sánchez Gordillo aproveche todo esto para hacer una alabanza del chavismo
venezolano, que al parecer es la panacea para salvar al mundo, mientras el
ministro de defensa del P.P. pacta con Chaves la fabricación de material militar para Venezuela? Ay,
Gordillo, un poquito más de coherencia. Marinaleda es un referente para muchas
personas en varios aspectos, pero cuidado con no meter la pata. ¿Es coherente
asaltar Carrefour y venderles productos de la cooperativa como las “habitas
baby”?
A uno le destroza el corazón que
el PSOE salga diciendo que el asalto a los supermercados es una acción
populista. Ellos no han caído jamás en el populismo, no, ni siquiera cuando
Zapatero regaló aquellos 400 euros a todo quisqui, hasta a los banqueros. Su
partido puede impartir lecciones de ética a diestro y siniestro. Ahora incluso
salen sus militantes a protestar contra los recortes del PP, cuando hace unos
meses eran ellos los que recortaban derechos laborales y retrasaban la edad de
jubilación, expropiando no garbanzos ni lentejas, sino derechos adquiridos por
los trabajadores y trabajadoras tras décadas de lucha social.
A uno le rompe el corazón que
florezca tanta beneficencia, que haya tanto banco de alimentos y a la vez tanto
control social. Los necesitados prefieren comer por un euro en Ikea que ponerse
en una cola a recibir “caridad”. Más
renta básica y menos asistencialismo.
Separación Iglesia-Estado de una puñetera vez, y centros de asistencia
social laicos, no instalados en parroquias.
A mí me acaba de robar el
gobierno la paga de Navidad. Todas las semanas nos recortan un nuevo derecho.
España está siendo expoliada teniendo que pagar un 7% de interés por la deuda
externa por culpa de los especuladores. El primer mundo sigue robando el pan y
la sal al tercero, a los países empobrecidos. La clase política y los grandes
partidos, inmersos en un mar de casos de corrupción. Es verdad que no hay pan
para tanto chorizo.
Pero hay que descargar todo el
peso de la ley sobre estos nuevos bandoleros del SAT, hay que echar los
migueletes sobre estos “tempranillos”. Por cierto, ¿cuánto cuesta mantener a
tanto miguelete para defender la propiedad privada de tanto millonario?